A la hora de imprimir un trabajo o un proyecto, debemos tener en cuenta el tamaño de la fuente. Aunque muchos usuarios pasan por alto este factor, el tamaño mínimo de fuente para impresión resulta imprescindible para conseguir la calidad deseada en el proyecto final. Veamos cómo podemos escoger adecuadamente el tamaño mínimo para la impresión.
La tipografía es una parte muy importante en el arte de la impresión. La etimología de este concepto procede del griego, concretamente, de los términos tipos y graphein. Si lo traducimos al castellano, tipos, significa molde y graphein, escritura. Por lo que la tipografía es, etimológicamente hablando, el molde de la escritura.
Hace referencia a la composición final de colocar letras en el texto y el estilo de estas. La tipografía implica un modelo de lenguaje visual que tiene como fin transmitir un mensaje a través del lenguaje escrito.
Una adecuada tipografía debe cumplir tres condiciones dentro de cualquier texto impreso: ser legible, estético y comprensible. Si utilizamos una tipografía que no cumpla estas tres funciones, no estamos cumpliendo con el objetivo final: que nuestros clientes lean (y entiendan) nuestro mensaje.
Lo primero que debemos tener en cuenta para decidir el tamaño mínimo en una fuente tipográfica es conocer el estilo del trabajo impreso. La orientación y las dimensiones del mismo serán las condiciones que marquen un estilo grande o pequeño.
Sin embargo, el tamaño mínimo de fuente para impresión se establece a partir de los seis puntos, siendo el tamaño más habitual entre los 9 y los 13 puntos. Las fuentes varían basadas en peso, color y estilo.
Las tipografías más utilizadas para la impresión son aquellas que ofrecen la mejor legibilidad, normalmente, las serifa. Este tipo de tipografía crean una ilusión de línea recta que facilita que los ojos vayan guiándose por sí solos a lo largo del texto. Times New Roman, Crimson Text, Georgia y Open Sans son algunas de las tipografías más utilizadas en impresión.
Asimismo, debemos saber que hay determinados tipos de fuente que determinarán la facilidad con la que se puede leer. Las fuentes finas, como Helvetica Neue Ultra Light, deberían imprimirse con mayor tamaño que una fuente más gruesa para que puedan leerse mejor. A pesar de tener el mismo tamaño, el trazado más fino genera sensación de ser más pequeña, por lo que puede que impresa no se lea adecuadamente.
Hay que tener en cuenta que una fuente de gran tamaño es más legible que una fuente pequeña, pero al mismo tiempo, puede ser más agresiva a la vista del lector. Igualmente, si apostamos por tipografías más pequeñas para ocupar menos espacio y, por ende, pagar por menos páginas impresas, podemos crear un efecto de cansancio visual.
También debemos tener en cuenta el tamaño del interlineado, que depende directamente del tamaño de la tipografía. En impresión, recomendamos que el espacio entre las líneas de texto sea de un 120% de la fuente, incluso un poco más para garantizar que las letras no se amontonen una vez impresas.
De igual manera, hay que tener presente que se deben incluir varios tamaños en todo el proyecto, respetando siempre la escala jerárquica de la composición. Por ejemplo, si elegimos para los títulos una fuente de 20 puntos, la del cuerpo de texto no puede tener un tamaño de 22 puntos, sino uno más pequeño, al igual que el pie de página, aún más pequeños.
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